viernes, 28 de mayo de 2010

Hipotecas


Sentado en la mesa de su despacho, el banquero carraspeó un par de veces, se disculpó, y continuó explicando las condiciones del préstamo a la joven pareja. Mientras les detallaba las cuotas mensuales, calló en seco, como falto de aire, y cubriéndose la boca con el puño cerrado tosió con fuerza repetidas veces. Pidió de nuevo perdón, bebió un sorbo de agua y prosiguió con los pormenores del contrato. Sin embargo, una tos profunda, asfixiante, le obligó a dejar la frase a medias, justo cuando hacía las aclaraciones pertinentes acerca de los intereses. Enrojeció, se quedó sin aire y cayó fulminado a los pies de la pareja.
El forense, tras extraer de la garganta tres asteriscos y un puñado de letras minúsculas, confirmó la muerte por asfixia.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Los tres cerditos


El lobo se acerca a la primera casita y sopla con fuerza una y otra vez hasta derribarla. Entre las ruinas, una niña con caperuza roja y su abuela lo miran extrañadas. Perdón, se disculpa el lobo, me he debido de equivocar de cuento.

lunes, 24 de mayo de 2010

Planes de futuro


Después de varios intentos fallidos, el decimoctavo sapo de la mañana se convierte en un apuesto príncipe. La princesa solterona, tras unos breves momentos de confusión, queda maravillada ante la belleza del joven. El príncipe, espantado ante la fealdad de la chica. Vuelve a besarlo, con la mente ya puesta en la boda, la lista de invitados, el viaje de luna de miel, las cortinas del salón, los nombres de los niños, dos chicas y un chico le gustaría que fueran... Cuando separa los labios de su futuro esposo queda convertida en una rana. El príncipe respira aliviado y se marcha a paso ligero hacia el castillo. Silba con ímpetu para no oír cómo croa la rana, sola en la charca.

viernes, 21 de mayo de 2010

La lechera (bis)


Camino del mercado, iba la niña ideando negocios, proyectando que con las monedas que le dieran a cambio de la leche se compraría un canasto de huevos, y que de estos huevos nacerían pollitos, y que una vez crecidos los vendería y compraría un cerdo, y que cuando estuviera bien gordo lo vendería en el mercado y con lo que sacara se compraría una vaca y un ternero... cuando de repente tropezó y se le cayó el recipiente de la leche al suelo.

Recogió el tetra brick, se lo colocó de nuevo sobre la cabeza, y siguió caminando hacia el mercado, dándole vueltas a su futura explotación ganadera.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Enmienda


Por favor, sea breve, dijo con contundencia, conservando el primer punto de las bases del concurso. Y este año, como novedad, sólo puede enviarse un único relato por persona, añadió -masticando el adjetivo- el todavía exhausto y ojeroso miembro del jurado, mientras recordaba la interminable deliberación del año anterior.

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Este microrrelato no participa en el Concurso "Por favor, sea breve". Se me pasó el plazo de admisón.

lunes, 17 de mayo de 2010

Viaje de ida


Me asusto cuando observo -en el esquema del recorrido, sobre la puerta del vagón- que en lugar de los nombres de las paradas habituales están anotadas las palabras nacimiento, infancia, juventud, madurez, vejez y muerte. Y me horrorizo cuando advierto que durante el breve trayecto, además, me he llenado de arrugas y canas. Sin embargo, me resigno al comprobar que, detenidos en la parada de la vejez, las puertas están a punto de cerrarse y estoy demasiado cansado para poder salir del vagón, cruzar la vía y tomar el metro de vuelta. Un joven pálido sonríe a mi lado.

viernes, 14 de mayo de 2010

Legendario


El desigual combate, finalmente, estaba a punto de decantarse del lado del dragón. El joven caballero, venido de tierras lejanas, había subestimado la fuerza de aquella bestia, sin duda cegado por la belleza y la fama de la princesa en peligro. Poco le faltaba ya para sucumbir bajo las garras y el flamígero aliento del dragón, cuando en el último instante, llegaron los refuerzos del batallón de libreros y floristas. Salvaron al caballero, le aconsejaron que regresara a su patria, y recortando y enmendando un poco la historia, aseguraron el éxito de la leyenda y –por supuesto- la perpetuación de un próspero negocio.

lunes, 10 de mayo de 2010

El genio de la lámpara


Al frotar la lámpara, sucia y polvorienta, salió un genio del interior. Se desperezó y acto seguido me pidió como primer deseo un gran banquete. De nada sirvió quejarme, protestar, asegurarle que debía ser él quien me concediera a mí los deseos. Tuve que llevarlo a un reconocido restaurante y pagar la abultada cuenta. Cuando terminó el café, me exigió ir de compras: quería renovarse el vestuario y sobre todo deshacerse de esas ridículas zapatillas puntiagudas. Ése era su segundo deseo. Nos acercamos a una carísima tienda de ropa y tras ayudarle a elegir un par de trajes de temporada y unos zapatos italianos tuve que correr con los gastos. Y ahora, dijo el genio antes de desaparecer, mi tercer deseo es que escribas un buen relato con esta historia. Y eso es lo que intento, desde hace semanas, mientras el polvo se acumula por toda la casa y yo no me atrevo a limpiar nada.

jueves, 6 de mayo de 2010

Vacaciones


Cansado de informes, listados y correos electrónicos, decidió desconectar unos días de la rutina mecánica del trabajo. A la semana, lo recogieron del pasillo y lo volvieron a enchufar.

martes, 4 de mayo de 2010

La plata no consuela


El fallo que acaba de cometer ha propiciado que se esfumaran de repente todas las posibilidades de conseguir la medalla de oro, la única que falta en su repleto palmarés. Ese triunfo hubiera significado sin duda el colofón a su carrera deportiva, porque tras esa final olímpica, como ya anunció a la prensa semanas antes, se retirará. Sólo dispone ya de dos disparos, insuficientes para superar la marca del tirador escandinavo. Es inútil dar en el blanco, de nada sirve ya acertar los dos platos de arcilla que aún le quedan. Mientras espera que los lancen, observa al ya seguro vencedor celebrando el triunfo matemático, fuera de la zona de seguridad, en un extremo del semicírculo de la cancha no muy alejado de la trayectoria que describen las balas. Nada puede evitar que su eterno rival se cuelgue el oro. ¿Nada?

El lanzaplatos arroja los dos últimos platillos al cielo y el tirador afina la puntería.